lunes, 31 de octubre de 2011

Culto a los Muertos: mi visión junguiana juvenil

 El culto a los muertos tiene su cénit en este mes de noviembre
Ángel Almazán - Soria Semanal, 12-noviembre-1985



Infierno en pintura románica -Gormaz (Soria)
Desde muy antiguo, como dicen las crónicas, ha existido a todo lo largo y ancho del planeta un culto a los muertos. En cada época y cultura se ha manifestado con un ritual diferente. Pero siempre ha subsistido, en el fondo, un temor al retorno de los difuntos y al mismo tiempo una incertidumbre sobre la existencia de otro tipo de vida más allá de la muerte.

El misterio de la muerte atrae y atemoriza, fascina y sobrecoge. Sucedía así en la antiguedad y sigue ocurriendo hoy día... Es inevitable que la muerte provoque en nuestra psique dos reacciones contrapuestas al mismo tiempo. Además, como la Psicología Analítica ha demostrado, todavía llevamos dentro de nuestro psiquismo unas raíces ancestrales que nos impulsan inconscientemente a reaccionar con la psicología propia del "primitivo" [hombre arcaico], sobre todo cuando nos enfrentamos ante lo desconocido, lo misterioso, lo numinoso e inaprehensible.

En los pueblos primitivos animistas se cree finalmente que toda la naturaleza está impregnada de espíritus y durante la noche las ánimas rondan por el poblado. En nuestra cultura católica aún subsiste en cierto modo esta creencia, referida en concreto al Día de Todos los Santos y de Todos los Difuntos. Así, por ejemplo, hasta mediados del siglo pasado estaba muy extendida la creencia popular de que los difuntos recientes, o mejor dicho, las almas que padecían en el Purgatorio, tenían permiso de retornar a casa y pasar unas horas con los pacientes durante la noche de Todos los Santos.

En los diferentes rituales que las religiones utilizaron y emplean aún se intenta, inconscientemente, aplacar el mal humor, la ira, venganza y desasosiego que puede provocar el regreso del difunto. Inconscientemente el creyente siente la presencia del ánima purgante en torno a los lugares que el difunto amó en vida.

domingo, 30 de octubre de 2011

Jung y Oriente, Viaje a India

Transcrito de sus memorias (Recuerdos, sueños, pensamientos), libro imprescindible para una correcta comprensión de la vida y y obra de C.G. Jung (1875-1961)


El viaje a la India (1938) no surgió por mi propia voluntad sino que he de agradecerlo a una invitación del Gobierno indio-británico a participar en las festividades que tenían lugar con ocasión del jubileo de los 25 años de la Universidad de Calcuta.

Por entonces había leído ya mucho acerca de la filosofía india y la historia de la religión y estaba profundamente convencido del valor de la sabiduría oriental. Pero debía viajar, por así decirlo, como un ser autárquico y permanecí en mí mismo como un homúnculo en el alambique. La India me impresionó como un sueño, pues buscaba y me busco a mí mismo, a mi propia verdad. Así, pues, el viaje constituyó un intermezzo en mi preocupación intensiva de entonces por la filosofía alquímica. Ésta no me dejaba tranquilo, sino que por el contrario me indujo a llevarme conmigo el primer tomo del Theatrum Chemicum de 1602 que contiene los escritos más importantes de Gerardo Dorneo. En el transcurso del viaje estudié el libro desde el principio hasta el final. De este modo se estableció un constante contacto entre el ideario de la Europa antigua y las impresiones de un espíritu cultural extraño.

Ambas cosas procedían en línea directa de las primitivas experiencias anímicas del inconsciente y por ello se establecen consideraciones iguales o semejantes o por lo menos comparables entre sí.

En la India estuve por vez primera bajo la impresión inmediata de una cultura extraña, altamente diferenciada. En mi viaje por África fueron decisivas impresiones distintas por completo a la cultura; y en África del Norte nunca tuve ocasión de hablar con ningún hombre que fuese capaz de definir su cultura. Pero ahora tuve ocasión de hablar con representantes del espíritu indio y de comparar éste con el espíritu europeo. Esto era de suma importancia para mí. 


V. Subramanya Iyer
Conversé bastante con V. Subramanya Iyer, el gurú del maharajá de Mysore, de quien fui huésped por algún tiempo, también conversé con muchos otros cuyos nombres por desgracia he olvidado. Por el contrario, evité el encuentro con los llamados «santones». Los evité porque debía contentarme con mi propia verdad y no me estaba permitido aceptar más que lo que yo mismo podía alcanzar. Me hubiera parecido un robo si hubiera querido aprender de los santones y aceptar para mí su verdad. Su sabiduría pertenece a ellos y a mí sólo me pertenece lo que procede de mí mismo. Tanto más cuanto que en Europa no puedo pedir ningún préstamo a Oriente, sino que debo vivir por mí mismo, de lo que dice mi interior o lo que la naturaleza me aporta.

No subestimo por completo la importante figura del santón indio, pero no está a mi alcance valorarlo correctamente como un fenómeno aislado. Así, por ejemplo, no sé si la sabiduría que él expresa es una manifestación propia o un proverbio que circula por el país desde hace mil años. Recuerdo un suceso típico en Ceilán. Dos campesinos conducían con sus bicicletas sus carros en dirección contraria en una calle estrecha. En lugar de la esperada disputa cada uno de ellos murmuró palabras de discreta cortesía que sonaban como «adûkan anâtman» y significaba: «Molestia pasajera, no hay alma (individual).» ¿Fue algo inusitado? ¿Era típicamente indio?

viernes, 28 de octubre de 2011

Meditaciones con Erwin Schröndinger -1- Eso eres Tú


 Comencé a admirar al  físico Erwin Schröndinger (1887-1961) cuando preparaba mi libro "Y la vida sigue... Confieso haber sufrido", donde le cito en varias ocasiones.  Logró el Nobel de Física en 1933 y está considerado como uno de los Padres de la Mecánica Cuántica. Hoy, en esta su primera aparición por la puerta grande en este blog, entresaco unos párrafos suyos del libro “Mi concepción del mundo”que, al igual que otros suyos, está editado por Tusquets.

"Supongamos que estoy sentado en un tronco junto a un sendero en una región de alta montaña. Estoy rodeado de laderas cubiertas de hierba, de las que emergen aquí y allí abruptamente algunas rocas; en la ladera opuesta del valle diviso un pedregal entreverado escasamente de arbustos de abedules. A ambos lados del valle, la vegetación trepa en pendientes escarpadas hasta alcanzar la línea de pastos donde cesa el arbolado; enfrente, remontándose desde las honduras del valle, se yergue poderoso un pico, de cuya cumbre desciende un glaciar entre suaves hondonadas cubiertas de nieve y agudas aristas rocosas, que en este momento acarician, tiñéndolas de un suave color rosa, los últimos rayos del sol poniente, destacándose todo ello en maravilloso contraste sobre el fondo azul, pálido y transparente, del cielo.

Según la forma ordinaria que tenemos de ver las cosas, todo eso que estoy viendo ha estado ahí durante miles de años antes de ahora, fuera de algunos cambios sin importancia. Dentro de algún tiempo, no mucho, yo habré dejado de existir, y esos bosques, esas rocas y ese cielo seguirán estando ahí más o menos igual durante miles de años después de que yo haya desaparecido.

martes, 25 de octubre de 2011

Las tres caras de la Imaginación Creadora en Ibn ' Arabi


Hoy es un día grato para mí porque estoy leyendo el libro  Ibn Àrabi. Vida y enseñanzas del gran místico andalusí, escrito con gran acierto por Fernando Mora y editado por Kairós. Sonreí al encontrarme que esta obra comienza con los mismos versos con los que inicié, en 1997, mi ensayo novelado (agotado), Los códices templarios de río Lobos. Los custodios del Grial, donde hay dos capítulos en los que el protagonista, frey Diego de Ucero, embebe en Alejandría, de labios de Ibn 'Arabi, sus  palabras.

Años atrás, cuando me adentré en el esoterismo islámico, un gnóstico shiita me confiaba un secreto: las enseñanzas del Guru penetran cuando se le ama. Y bien cierto es que  amo a Ibn 'Arabi. Lo expresé torpemente en dicho ensayo novelado, y luego, hondamente, en otros ensayos y en libros como Guía espiritual y artística de San Baudelio de Berlanga. Más allá del Paraíso (2008), Y la vida sigue (2009), Perdidos en el Mundo Imaginal (Mandala Ediciones, 2010)...

Así que, encontrarme ahora con esta excelente exposición de la vida y obra de Ibn 'Arabi ha sido un reencuentro con él, pues en los últimos meses he estado inmerso en la lectura-meditación de las enseñanzas de maestros de la Vedanta Advaita, una de las Grandes "Tradiciones" de la No-Dualidad, como igualmente lo es la metafísica akbariana de este Maestro de los Maestros del Esoterismo Islámico, conocida como "Unidad del Ser o la Realidad" que centra temáticamente el capítulo tercero.

Este blog, que nació con la esperanza de ahondar en la Imaginación Creadora desde el sufismo al junguismo, ha ido inclinándose más hacia los aspectos psicológicos que a los esotéricos y metafísicos, pero aun así pueden leerse en él varios posts akbarianos y recomendaciones de enlaces en la columna derecha. También en Soriaymas.com tengo diversos artículos akbarianos.

domingo, 23 de octubre de 2011

Estados del Ser y Sí-Mismo en Guénon y Jung


ESTADOS DEL SER Y SÍ-MISMO GUENONIANO Y JUNGUIANO
Ángel Almazán

Escalera "templaria" de Tomar (Portugal). Foto: Carlos Almazán
La concepción guenoniana-védica de los estados múltiples del ser es verdaderamente extraordinaria en la metafísica del siglo XX. En resumen viene a decir que la persona humana es tan sólo una forma contingente del Ser del cual formamos parte, el cual, más allá de la concepción humana sobre el espacio y el tiempo, se encuentra "en un eterno presente" (en este mismo momento) existiendo en indefinidos (numerosísimos) estados o formas individuales o supraindividuales, manifestadas o no-manifestadas... Concluyendo: que la persona humana es únicamente un estado particular de manifestación de un Ser, "estado que está sometido a ciertas condiciones especiales y determinadas de existencia, y que ocupa un determinado lugar en la serie indefinida de estados del ser total" ("Simbolismo de la cruz", p. 16). Para Guénon, la multiplicidad de estados del Ser es "una verdad metafísica fundamental", y de hecho, es la "piedra angular" de toda su exposición sobre la iniciación. Sin esta tesis, Guénon dejaría de ser el Guénon profeta de la Tradición Primordial y heraldo de la iniciación esotérica tradicionalista.

El simbolismo en René Guénon


EL SIMBOLISMO EN GUÉNON
 Ángel Almazán


René Guénon, gran expositor del Esoterismo




Como sucede en Jung, el símbolo es para Guénon el "instrumento" más importante en el camino de la autorrealización espiritual: "abre unas posibilidades de concepción verdaderamente ilimitadas, por lo que constituye el lenguaje iniciático por excelencia, el vehículo indispensable de toda enseñanza tradicional", afirmará en "El simbolismo de la Cruz". Jung, por su parte habría cambiado el término "lenguaje iniciático" por "lenguaje del inconsciente" y "toda enseñanza tradicional" por "todo contenido arquetípico del inconsciente colectivo psicoideo".

Guénon destaca la llamada "ley de correspondencia" como fundamento mismo de todo simbolismo, "en virtud de la cual toda cosa, que proceda esencialmente de un principio metafísico del que obtiene toda su realidad, traduce y expresa este principio a su manera y según su orden de existencia, de tal forma que, de un orden al siguiente, todas las cosas se encadenan y corresponden para concurrir a la armonía universal y total, que es, dentro de la multiplicidad de las manifestaciones, como un reflejo de la misma unidad principial. Es por esto que las leyes de un ámbito inferior siempre se pueden tomar para simbolizar realidades de orden superior, donde se encuentra su razón profunda, que es a la vez su principio y su fin" ("El simbolismo de la cruz, p. 11).

jueves, 20 de octubre de 2011

Cinesofía en El Guerrero pacífico

He visto hace un par de días la película El guerrero pacífico (2006) que es la versión cinematográfica del best seller de Dan Millman, “El camino del guerrero pacifico”, con tintes autobiográficos y que ha sido un best seller (más de un millón de ejemplares vendidos en Estados Unidos y traducción a 21 idiomas), y que ha tenido frases elogiosas por parte de Eckhart Tolle y Deepak Chopra, lo que quiere decir que estamos ante una doble obra (literaria y cinematográfica) enmarcada en la ecléctica New Age y algunos ribetes vedantinos.

La película escenifica un despertar al "aquí y ahora" sensorio-mental a través de una relación entre maestro-discípulo (un anciano que trabaja en una gasolinera y un joven atleta que se ha lesionado gravemente). Es un Guru un tanto atípico el que interpreta Nick Nolte y que recuerda un poco al maestro Miyagi de Karate Kid. Incluso el trasfondo "deportivo" es común en ambos filmes, lo que no es de extrañar en una cultura como la estadounidense, tan amante de "la acción" y del "culto al cuerpo", de ahí el gran atractivo que este tipo de películas tiene entre los jóvenes y es que, en el imaginario audiovisual contemporáneo, el Guru, el Viejo-Sabio de la arquetipología junguiana, adopta formas más acordes con la "consciencia colectiva" imperante. El héroe arquetípico, en este imaginario audiovisual contemporáneo, es un deportista, un cantante, un bailarín...

viernes, 7 de octubre de 2011

La consciencia cosmogónica en Jung

En el otoño de 1925 Jung, partiendo de Nairobi, se adentró en una gran reserva de caza y captó la importancia cosmogónica de la consciencia.  He aquí cómo describió tal experiencia, un tanto vedantina, en sus Memorias..:


«Desde Nairobi visitamos, en un pequeño Ford, los Athi Plains, un gran coto de caza. Sobre una baja colina en esta amplia sabana nos esperaba un panorama sin igual. Hasta el más lejano horizonte vimos gigantescos rebaños de gacelas, antílopes, ñús, cebras, facóqueros, etc. Los rebaños se movían con un lento fluir, pastando, inclinando sus cabezas; apenas se oía el melancólico grito de un ave de presa. Era el silencio del eterno comienzo, el mundo tal como siempre había sido, en el estado del no-ser; pues hasta hace poco no existía nadie que supiese que se trataba de 'este mundo'.

Me separé de mis acompañantes hasta que ya no les vi y tuve la sensación de estar solo. Ahora era el primer hombre que reconocía que esto era el mundo y que mediante su saber sólo en este instante lo creó. Aquí se me impuso claramente la importancia cósmica de la consciencia. "Quod natura relinquit imperfectum, ars perficit" (lo que la naturaleza deja imperfecto, lo perfecciona el arte), se dice en la Alquimia. El hombre, yo, era el que daba al mundo por primera vez y mediante un manifiesto acto creador, la perfección, el ser objetivo.